Tamaño de fuente grande
Tamaño de fuente normal
Tamaño de fuente pequeña
Anterior
Pequeña
Normal
Grande
Siguiente

"La lengua es el patrimonio inmaterial más importante que tenemos"

Entrevista con Gaudi Galego

Nuria M. Deaño
Fotografía ©Carlos Abal

Una inmersión en siete lenguas peninsulares, en diferentes sensibilidades, registros y voces, a través de once versiones de temas pertenecientes a sus tres últimos discos –Lúas de outubro e agosto (2014), O mundo está parado (2016) y Bola de cristal (2018)– con las que huye de toda etiqueta. Esa es la propuesta de Guadi Galego en Inmersión, su quinto álbum, grabado junto a otros dieciocho músicos y cantantes, que le ha valido el Premio a la Promoción de la Realidad Plurilingüe del Estado 2019, recibido en el CBA el pasado mes de febrero dentro del Día Internacional de la Lengua Materna.

El pasado mes de febrero Guadi Galego recogía en el CBA el Premio a la Promoción de la Realidad Plurilingüe del Estado 2019 que otorgan los gobiernos autonómicos de Cataluña, Euskadi, Galicia, Valencia, Navarra e Islas Baleares, por su disco Inmersión, «un disco de catarsis donde la clave es inspirar emoción sea en la lengua que sea». El álbum incluye once temas de su trilogía y uno inédito, que canta junto a artistas como Vega, el cantautor vasco Mikel Urdangarin, Alidé Sans, que canta en aranés, el coro gallego Sisters in the House, compuesto íntegramente por mujeres, la portuguesa Ana Bacalhau o los pianistas Abe Rábade y Javier Otero, entre otros. Un total de dieciocho músicos que hacen suyos los temas de Guadi y los llevan a sus lenguas maternas: castellano, portugués, catalán, aranés, gallego, asturiano y euskera. Minerva la entrevista en Cedeira (A Coruña), el lugar donde nació y que da título a uno de sus temas más emblemáticos, incluido en Inmersión, donde lo canta a dúo con Iván Ferreiro.

Enhorabuena por el premio. Desde su primera edición en 2008 es la primera vez que se lo otorgan a una persona particular. ¿Qué ha supuesto para ti este galardón?

Para mí ha supuesto el reconocimiento a un trabajo cultural y social. Mi música tiene una carga social importante y que seis gobiernos distintos, de sensibilidades distintas, con circunstancias sociopolíticas distintas, hayan decidido que este trabajo se merece un premio importante me da esperanzas de que no todo sea para el capital. Me explico: en la edición anterior se lo dieron a Microsoft, y antes a Eroski, que son empresas potentes, con peso económico mientras que nosotros no tenemos un duro (risas). El que se lo hayan dado a unos trabajadores de la cultura me hace pensar que todavía tenemos esperanzas.

Estamos en Cedeira, un pueblo con una gran tradición musical. De hecho, tu padre era músico. Fue él quien te introdujo de niña en la música tradicional, la música portuguesa, la música clásica… Luego estudiaste piano y gaita en el conservatorio.

Sí, yo me crie musicalmente en Cedeira. Mi padre era músico aficionado, tocaba en una orquesta de pueblo, lo que se llamaba antes las «orquestillas». Él tocaba el trombón de varas, no debía de ser muy bueno (risas), pero él tocaba; era su manera de juntarse. Siempre quiso que aprendiéramos música. Fui al conservatorio de Ferrol, pero donde más aprendí fue en el ámbito autodidáctico, al irme formando con músicas alternativas y escuchando sonidos distintos. Me llegó la profesionalidad muy temprano y eso me curtió, no me quedó más remedio.

Entraste por la puerta grande, en la banda folk Berrogüeto, donde empezaste tocando la gaita y el piano. En esa época, no pensabas ser vocalista.

Entré en el dream team directamente. Berro era una de las bandas punteras de aquí en ese momento, lo que se llamaba el «boom del folk», a finales de los noventa. Esos años fueron la bomba. Tocábamos mogollón, hacíamos muchísimas giras… Entré con la condición de que tenía que cantar algo, porque buscaban un multiinstrumentista que también cantase, pero yo no era cantante ni era mi objetivo serlo. Empecé cantando tres o cuatro temas, además de tocar el piano y la gaita. Al principio fue complicado, porque yo era solvente tocando gaita, con el piano me defendía más o menos y lo de cantar ya era más complicado. Pero así empecé y estuve diez años, de 1997 a 2007.

En 2009 grabaste Benzón, tu primer disco en solitario.

Sí, decidí grabarlo para reconciliarme con la parte más musical. Necesitaba descansar de Berrogüeto. Es un disco muy bonito, le tengo mucho cariño, pero es un disco de tránsito. Decidí no tocarlo, hice solo dos conciertos.

A Benzón le sigue Luás…, el primer disco de la trilogía de la que está hecho Inmersión. Según Lara López, de Radio3, con esos tres discos has puesto la música gallega en el planeta.

Tendemos a etiquetarlo todo, a encasillarlo… Cuando me libero de todas las etiquetas, de las marcas y los géneros musicales y me asumo como soy –es decir, soy gallega, canto en gallego, soy mujer, hablo de las mujeres, y hago la música que me da la gana, con la estética que me da la gana– es cuando realmente me siento bien y la gente lo entiende. Rompo con la idea que se tiene de la música gallega, que se asociaba a estéticas más antiguas, y al romper y asumirme como soy, encuentro mi voz, mi forma de sentir y de expresarme desde esta esquina con influencias.

Inmersión es un disco complejo por la cantidad de intérpretes que incluye, por la diversidad lingüística que acoge y hace visible… Imagino que la producción del disco también debió de ser compleja.

Fue muy complicado, me hizo sufrir bastante. Pensé primero en hacerlo en mi casa, llamando a la gente por separado… Luego me di cuenta de que hacía falta una producción conjunta porque, si no, iba a ser demasiado difícil. Fui a grabar a Portugal, otros grabaron en Galicia, muchas cosas las grabamos en Cataluña, los asturianos vinieron aquí, Andrés vino a tocar a mi casa… Fue una locura. Se puede hacer un disco de estos de cada diez años, antes de eso no creo que pueda tener ganas de volver a empezar. El estudio de base estaba en Cataluña, un estudio muy pequeño, Olivera Estudi, con una visión muy moderna de la música, pero también muy cool. Yo quería algo sofisticado, pero no comercial ni artificioso. Por ejemplo, toda la parte electrónica tenía que sonar electrónica, pero a la vez tenía que sonar orgánica, tenía que tener vida; es decir, yo tenía claro cuál era la estética, pero me costó encontrar a esta gente. Funcionó bien, pero sufrimos.

También es compleja y sorprendente tu idea de partida: versionarte a ti misma en todas las lenguas oficiales del Estado, incluyendo el asturiano y el aranés, que es lengua oficial en Cataluña…

Inmersión es un disco tan de verdad, tan sincero… Lo fácil hubiera sido seleccionar temas tradicionales en cada una de esas lenguas, traerlos a mi estilo y hacerlos míos. Pero pensé que lo que tenía mérito era adaptar mis propios temas, porque a nadie se le ocurriría adaptar un tema de una lengua minoritaria, o minorizada, a otras lenguas; algunas universales, como el portugués y el castellano, y otras más pequeñas. Pensé: «voy a marcarme una ida de olla y voy a llamar a gente que son grandes músicos, grandes autores o grandes intérpretes, algunos muy conocidos, otros menos, y voy ponerlos a todos en la misma bolsa y que cada uno ponga su impronta, su manera de entender desde su esquina, desde su sitio».

¿Qué criterios utilizaste a la hora de hacer la selección? ¿Son músicos a los que admiras, con los que tenías una relación previa…?

Hay un poco de todo. Unos eran gente a la que admiraba y no conocía, como las catalanas [Judit Neddermann, Clara Peya]; otros eran amigos, como los asturianos [Silvia Quesada y Alfredo González] o Iván [Ferreiro]; a Andrés [Suárez Otero] no lo conocía, pero vive en Pantín, al lado de Cedeira; Vega es amiga mía…

¿Qué han aportado estos músicos a tus temas?

Su esencia, desde luego. Cada uno aportó su estética, su manera de entender la música. Ese era el trato: una colaboración en la que cada músico dejara su impronta, y cada cantante, su forma de entender. Por ejemplo, ese piano de Alfredo [González] en «Cantar pa ver», la canción en asturiano, que parece que te traslada a ese mundo de allí… O el piano de Abe Rábade, que es un piano de jazz, pero que está tratado por los catalanes en el estudio… Javi Otero hizo los arreglos de los pianos de «Tribua» y «Vas entà naut», la canción en aranés.

Con Iván Ferreiro cantas en gallego «Cedeira», aunque no es la lengua materna de Ferreiro.

Yo le dije que me gustaría que cantase en gallego y él también quiso hacerlo así. De hecho, lo hace superbién porque aunque no es su lengua materna es otra de sus lenguas. No es la lengua en la que se ha criado, pero la lleva dentro. La versión de «Cedeira» me encanta.

Es un tema precioso en las dos versiones, la primera de O mundo está parado y esta con Ferreiro. Incluyes en el disco otros dos temas emblemáticos: «Tribua», también de O mundo…, que cantas con Mikel Urdangarin y que habla de problemas de la tribu humana, como la guerra, la emigración o los refugiados, y «Matriarcas», que cantas con Ana Bacalhau, un tema que se convirtió en un himno pop.

En esa versión de «Matriarcas» arriesgamos lo que no está escrito, por el piano de jazz de Abe Rábade, que hace una versión muy oscura, porque yo quería quitarle ese rollo de himno pop.

«Matriarcas» fue muy polémico por las críticas de ciertos sectores feministas que te acusaban de dar una visión patriarcal de la maternidad.

Antes de que saliese, lo tenía claro. No me molestó que hubiese polémica, es más, soy de las que creo que la polémica y el debate son necesarios siempre: permiten seguir avanzando y cuestionarnos a nosotras mismas. Si no, seguiríamos embarcadas en la segunda ola, por decirlo de alguna manera. Al final es como todo, yo tengo unas determinadas ideas del feminismo, pero luego hablo con una mujer de veinte años y se me caen por los suelos… Cuando hago «Matriarcas» tengo claro que solo el título ya va a generar polémica. Y sabía que al salir dando teta en el vídeo me iban a dar por todos lados. Pero me daba igual lo que dijeran, era mi manera de expresar lo que yo sentía en ese momento. Así es el arte, es lo que cada una expresa y cómo lo expresa, y puede reflejar lo que es para mí el activismo de la vida cotidiana y lo que es para otra gente…

¿Crees que trabajos como Inmersión ayudan a normalizar la realidad plurinacional de este país, a verla desde los ojos del otro, en este caso, desde la lengua del otro?

Solo a gente con sensibilidad para ciertas cosas. Para la gente que no tiene dos lenguas es muy complicado entender según qué. Los que tenemos dos lenguas lo entendemos todo mucho mejor, porque tenemos esa sensibilidad hacia las dos lenguas. Y entendemos que un pueblo puede tener varias lenguas y puede tener una lengua materna aunque no la hable, como el gallego, que es la lengua materna de prácticamente el cien por cien de la gente de aquí, y todos lo saben hablar aunque no todos lo usen. Está dentro de cada uno de nosotros porque la hemos oído desde que hemos nacido. Y nuestras abuelas han hablado gallego y nuestras madres, aunque a nosotros se dirigiesen en castellano, hablaban gallego…

Es cierto que en Galicia durante décadas ha estado mal visto hablar gallego porque se asociaba a las clases bajas.

Eso siempre fue así. El gallego es la lengua de los campesinos, de los marineros, no de la burguesía. Cuando querías prosperar, ascender en la escala social, no había otra. Ibas al médico, al farmacéutico, al juzgado, al abogado e intentabas hablar en castellano. De repente decías: «¿dónde voy a mandar a mi hija hablando gallego? Yo lo que quiero es que sea alguien». Al final es como todo, volver a encontrarnos con eso y volver a negárselo a nuestros hijos es renegar de lo que eres, de lo que hemos mamado. La lengua es el patrimonio. A nadie se le ocurriría tirar la catedral de Santiago, ¿no? Pues la lengua es el patrimonio inmaterial más importante que tenemos. Sin embargo, asumo que el gallego va a caer, que le quedarán unos cien años de normalidad y luego acabará siendo algo académico. Se conocerá la lengua, pero no la hablará nadie.

Decías en la entrega del premio que «las lenguas son bienes que se reciben y que se transmiten y que no se deben negar a las generaciones que vienen».

Claro, ese es el problema: lo que nuestros padres estaban dispuestos a negarnos, algo que era suyo, que era propio, algo que habían adquirido, que era su lengua y su identidad y que estaban dispuestos a negarnos porque era lo mejor para nosotros. Pero nosotros no somos quien para negárselo a los que vengan.

¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?

En septiembre acabé de grabar un disco, se titula Costuras; sale en diciembre. Todo el mundo me dice que si lo saco ahora me voy a comer el disco con patatas, pero me da igual. Es mi momento creativo, estoy a tope con esto y me niego a que me pare el coronavirus. La gente tiene que seguir alimentándose de música, tiene que seguir escuchando y quieren cosas nuevas y yo estoy en este momento en el que, artísticamente, quiero sacar este disco. Si lo retraso y lo saco dentro de un año, ya no sería el mismo disco. ¿Qué voy a hacer, esperar que el mercado paute mi trabajo?

PREMIO A LA PROMOCIÓN DE LA REALIDAD PLURILINGÜE DEL ESTADO
20.02.20

ORGANIZA GOBIERNOS DE EUSKADI, CATALUÑA, GALICIA, COMUNIDAD VALENCIANA, NAVARRA E ISLAS BALEARES
COLABORA CBA